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Para pensar nuevos mundos

El proyecto de globalización del norte-occidental, resultado de una empresa colonialista, logro acentuar en las instituciones del “saber” global una epistemología hegemónica cuasi totalitaria. Bajo el discurso del primitivo se logró legitimar una manera de pensar el mundo sobre aquellas culturas colonizadas. Como resultado, los académicos -independientemente de su origen cultural- para poder inscribirse en un sistema del conocimiento legitimado se ven obligados a aceptar y replicar los modelos epistemológicos articulados desde norte occidental. “Lo que comparten todos los fundamentalismos (incluyendo el eurocéntrico) es la premisa de que hay solamente una tradición epistémica desde la que se pueden alcanzar la Verdad y la Universalidad. Lo que argumento es que todos los conocimientos están ubicados epistémicamente en el lado dominante o subalterno de las relaciones de poder y que esto tiene que ver con la geo y la cuerpo-política del conocimiento” (Ramón Grosfoguel). La idea de universalidad, tan propia de la tradición filosófica del siglo XVIII, ayudó a perpetuar la falaz ilusión de un único camino hacia la verdad, universalista y atemporal. Esto plantea problemas, pues no soló el saber desde el sur es por defecto deslegitimado si se atreve a no seguir como molde las lógicas del norte, también orilla a la homogeneización del conocimiento y las maneras de entender el mundo. 


Romper con la verticalidad del saber, «Luchar por un mundo donde otros mundos sean posibles» (Movimiento Zapatista),  no solamente implica una verdadera descolonización  del mundo, a la par abre las puertas a un saber más robusto, liberado de la unicidad excluyente. Como lo plantea el sub comandante marcos: “En el campo político, la dualidad de opuestos fluidos puede ser una guía para entender cómo los referentes cosmológicos y filosóficos permiten arreglos, respuestas y soluciones en las prácticas de derechos individuales y colectivos”.  La lucha indígena en México nos ha dado muestras del poder que tiene este proceso de descolonización del saber, donde la inclusión de una lógica dualista del mundo logra desmitificar falsas paradojas construidas desde la razón occidental. “En el mundo mesoamericano en general, y maya en particular, el cuerpo no se opone a la mente. Tampoco es el límite que marca la frontera entre el ser interno y el mundo exterior”, para el pensar indígena “no existe únicamente una dualidad de opuestos complementarios” (León Portilla, 1983, López Austin, 1984). “Más bien coexisten múltiples dualidades que se desdoblan, empalman y retroalimentan sin cesar. La dualidad, se podría afirmar, es un dispositivo perceptual mesoamericano” (Sylvia Marcos).  


De igual forma, el saber prehispánico, escondido por nociones simplonas de mitos o creencias, muestra la existencia de elementos ontológicos que se encuentran en perfecta sintonía con pensadores  filosóficos contemporáneos. Deleuze en su empresa por repensar la ontología esencialista, hubiera encontrado en el pensar dual y continuo un gran aliado para explicar los procesos de individuación dentro de un espacio virtual. De manera más puntual podemos hablar de dos aspectos muy presentes en el discurso indígena zapatista, por un lado, la dualidad hombre y mujer y por otro la unidad entre cuerpo y tierra, temas ambos muy recurrentes en las problemáticas de Deleuze y Guattari, como se puede constatar en la meseta sobre el Ritornello.
 

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