Namor ha muerto,
larga vida al rey

Vale la pena resaltar que la sinécdoque de “hombre blanco” utilizada en los primeros capítulos de la historieta de Namor, tenía un carácter literal en las páginas del comic Marvel Mystery, donde la imagen del hombre de piel blanca mantenía una representación totalizarte, esto exhibe otro elemento del ethos de la época: el universo de sus personajes arquetípicos se limitaba a individuos caucásicos, esto no es de sorprender, pues los artistas están condenados a pensar dentro de los linderos del espíritu de su tiempo y por más radicales que pudieran ser, su facultad de desplazamiento se ve restringida por el imaginario simbólico en el que se encuentran inscritos, como si de una masa elástica que los sujetara se tratara, los hombres no sienten ni piensan sino en determinadas condiciones de producción (Marx). Gracias a los cambios sociales vividos en la década de 1970, empezó a emerger un espacio de inclusión dentro del mundo de Marvel, el movimiento contra-hegemónico gestado por Lowndes Country Freedom Organization, mejor conocido como Black Panther Party, tuvo impacto en la manera en la que los escritores de Marvel construyeron sus historias, incorporando dentro de sus viñetas personajes de orígenes culturales más diversos: Una buena parte de nuestra gente aquí en Estados Unidos no es blanca. Tienes que reconocer que tienes que incluirlos en lo que sea que hagas. Stan Lee, con esta idea, articulada de manera un tanto “ingenua” y sin admitir de manera explícita que la exclusión física de los afroamericanos también se daba de manera simbólica en los medios de entretenimiento y comunicación, ejemplifica de manera clara que la subversión política presupone una subversión cognitiva, una reconversión de la visión del mundo (Bourdieu, 1985). Sin embargo, el problema de representación persistía y si bien el personaje era de origen africano, la tinta que escribía sus historias seguía teniendo un pensar hegemónico. Tuvieron que pasar varias décadas para que T'challa pudiera empezar a ser descolonizado con sus historias, siendo la culminación de este proceso la película  Black Panther, la cual tuvo por primera vez al personaje bajo la mira de un director afroamericano, Ryan Coogler. Esa es quizás la principal diferencia y acierto que ha tenido Marvel Studios en sus intentos de inclusión, pues al poner en la dirección y escritura a personas afines a los personajes, se logra crear historias que responden mejor a la realidad que se plantea retratar. A diferencia de las historias de la época dorada de los comics, que se constituían como esferas narrativas aisladas, la ambición de Marvel por crear un universo narrativo, que apunta a una audiencia global, acentúa la necesidad de incorporar elementos de hegemonías alternativas a la occidental en sus producciones, a fin de crear mundos creíbles, de esto es plenamente consciente la productora ejecutiva Victoria Alonso: Realmente creo que parte de tener una voz narrativa más cohesiva es cuando reúnes a personas de todo el mundo.

El desencantamiento de la modernidad derrumbó su cosmovisión unificadora, dejando al imaginario social posmoderno sin cimientos claros sobre los cuales erigir los arquetipos que reemplacen el espacio simbólico que aquellos definían (Wortman, 2007), el desmoronamiento de los grandes relatos, abrió espacios simbólicos sobre los cuales poder erigir nuevas narrativas, más polifónicas y menos totalizantes, de los personajes de oropel que nacieron durante la era dorada de los comics. Productos como la serie de Ms Marvel exhiben que Marvel Studios aprendió del pasado y está dando el cincel creador, a grupos provenientes de minorías étnicas desde el momento de gestación de sus relatos, con la esperanza de no volver a caer en la trampa de la falsa inclusión, que solo buscó incluir personajes a modo de pastiche y que por ignorancia tendió a caer en clichés y estereotipos. Es a partir del entendimiento pleno y la empatía de aquello que buscan contar, que es posible crear historias que resuenen de manera profunda en las audiencias de nuestra época, los superhéroes han mostrado ser la argamasa perfecta con la cual plasman los arquetipos del espíritu del tiempo, de ahí la necesidad de matarlos para renacerlos con nuevos modelos del mundo, salvándolos del anacronismo eterno.